jueves, 24 de julio de 2014

El ESPÍRITU Y LA PALABRA

"Entiendes lo que lees?" (Hechos 8:30)

En forma general, la obra literaria engendra cada vez, en cada lector, una nueva interpretación. Esto es asi porque el lector parte de sus propias experiencias para ampliar sus conceptos o para comenzar a integrar los nuevos, utilizando todo tipo de procesos mentales que también varían con cada individuo. De ahí posiblemente las grandes diferencias de interpretación de las Sagradas Escrituras, a veces radicales y a veces más bien superfluas que distinguen las diferentes denominaciones cristianas.

En la experiencia del gobernador de Cansdace, el Espíritu Santo guio todas las circunstancias para evitar cualquier error de interpretación. Lo importante era que el buen etíope, y seguramente aquellos a quienes daría testimonio, conocieron el evangelio en su más pura escencia.

Felipe había sido instruido directamente por el Espíritu Santo a dirigirse al lugar específico en que habría de encontraste con el etíope. El etíope por su parte se hallaba voluntariamente sumido en sus meditaciones con respecto a los escritos sagrados. Seguramente buscaba sinceramente el conocimiento de la verdad, porque a la pregunta de Felipe: "¿Entiendes lo que lees?", le "rogó a Felipe que subiese y se sentase con el" (vers 31).

El etíope ávido de conocer la verdad del evangelio y el Maestro Felipe, que podía no solamente decir, si no explicar, demostrar con las Escrituras e inspirar con su vida y ministerio, y la convicción obrada por la guia del Espíritu Santo en la vida de ambos. Con razón, tan pronto como avistaron agua, el nuevo converso se apresuró a decir: "He aquí agua, ¿que impide que yo sea bautizado?" (Hechos 8:36).

 Era la combinación perfecta: Un pasaje de la Escritura y un estudiante ansioso por descubrir en ella la verdad salvadora. Un siervo de Dios dispuesto a seguir la voz del Espíritu para ir y enseñarla. Pero sobre todo, el poder y la dirección del Espíritu Santo para tocar exactamente las fibras del corazón y echar a andar los procesos mentales necesarios para la recepción de la Palabra Divina. Solamente el agente superior del Espíritu Santo puede guiar el proceso a su perfecta conclusión, desde la conceptualización de la Palabra, su recepción en la mente y el corazón, y su "encarnación" que lleva el acto de entrega a Dios y de piedad práctica. La Palabra de Dios es viva y eficaz, pero nunca sin la maravillosa intervención del Santo Espíritu de Dios.

Dios nos ha prometido sabiduría para comprender su Palabra. El Espíritu Santo es el que nos ayuda a comprender principios y aplicarlos en nuestra vida. Sólo el Espíritu Santo puede añadir inspiración y vida a la letra muerta. La Palabra de Dios es declarada la "verdad". Las Escrituras nos revelan el carácter de Dios y de Jesucristo. Llegamos a ser nuevas criaturas haciendo de las verdades de la Palabra de Dios una parte de la vida.

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